Italia 2015
Dir: Paolo Sorrentino
Michael Caine, Harvey Keitel, Rachel Weisz, Jane Fonda.
Lo único que sabía de Sorrentino, era que ganó el Oscar a mejor película en idioma no ingles por La grande Belleza (2013).
Juventud es una película hermosa, pequeña , casi intima.
Especial para los que hemos dado varias decenas de vueltas al sol.
Parte con una escena que recuerda inmediatamente a los clásicos formales ingleses…muy ingleses.
Fred Ballinger, (M. Caine), muy famoso compositor y director de orquesta recibe en su lugar de vacaciones y/o semi- retiro (una villa, spa, resort maravilloso en los Alpes suizos) a un circunspecto y ceremonioso emisario de S.M La Reina, quien le solicita que dirija a la sinfónica de Londres en la gala de celebración de cumpleaños del Príncipe Felipe.
La verdad es que el ceremonioso emisario, solo hace el ridículo tratando de convencer a Fred, quien como un buen flemático caballero inglés, apenas parpadea y su No es potente y claro.
El lugar elegido es hermoso, Fred no está solo, está acompañado de su mejor amigo y consuegro Micke, (Harvey Keitel) Director de cine y también de su hija (Weisz), quien trabaja para el y está viviendo un doloroso quiebre matrimonial.
Hay conversaciones sobre próstata… y mucho más.
Tiempo casi detenido, con una Miss Universo muy joven y sexi, con un ¿Maradona? (Roly Serrano), decadente, con una panza enorme, un tatuaje gigantesco de Carl Marx que ocupa casi toda su espalda, (y con una enfermera que le lleva su tanque de oxigeno). Con un joven actor de Hollywood ( Paul Dano) que absorbe y refleja y que probablemente, crecerá con este encuentro y estas conversaciones.
Están los enormes e inmensos Alpes nevados.
Casi barroca, pretensiosa dirán algunos, pero sin duda, es una película brillante y emotiva, que habla del inevitable paso del tiempo. Sumar vida a los años en lugar de sumar años a la vida (grande Serrat!!)
Esta película, habla y habla con silencios e imágenes, con paisajes imponentes, con miradas lentas. Habla de lo que somos, lo que hemos hecho y lo que nos falta por hacer. Hay luz, hay brillo en el paso de los años.
Aparece una increíble Jane Fonda, y de nuevo llena la pantalla por lo que ella significa. Porque es ella. Imposible no recordarla como esa bella, sexi y seductora Barbarella.
Y porque no importa cuántos años tengas, lo que importa de verdad es que y como los has vivido.
Claramente Sorrentino rinde un homenaje a Fellinni 8 1/2, en una hermosa escena en donde Mike enfrenta y mira todas las musas de sus obras.
La película habla del paso del tiempo, de mirar, detenerse . Es una película seductora, hermosa, reflexiva.
Revisar los afectos, que al principio y al final es lo único que importa, para hacer revisiones y balances.
La juventud es un estado interno, no importa cuantas vueltas al sol hayas dado. Al final lo único importante es cuánto y a quienes has amado. Y con cuanta pasión lo hayas hecho.
Caine, Keitel, Weisz, Fonda y Dano están muy bien. Cada uno en el tono exacto.
La escena final es muy emotiva. Fred dirige a la sinfónica de Londres, con la familia real en sus ubicaciones, el público expectante, incluidos todos sus amados, con la voz maravillosa de la Soprano Coreana, simplemente emocionante. (Me entró una basurita al ojo).
Por Sarita Ahumada Gallardo.
Todos le tememos a la vejez. Ese estado en el que ya nada en tu cuerpo funciona como tú quieres, cuando olvidas todo lo reciente, pero puedes recordar con detalle tu pasado. Cuando repasas tu vida para alegrarte o para arrepentirte de lo que hiciste, o de las decisiones que tomaste. La vejez es ese momento al que nadie quiere llegar y al que todos llegamos irremediablemente, seamos buenos o malos, ricos o pobres, inteligentes o limítrofes, sabios o ignorantes. Todos al final y después de mucho tratar de alejarla, llegamos a ella, con las armas que hemos ido recogiendo, o no, durante nuestra vida.
“Juventud”, del creador italiano Paolo Sorrentino, nos habla de eso y mucho más. En esta entrega del año 2015 (mejor no nos preguntemos por qué viene recién llegando a nuestro país), Sorrentino nos muestra un pasaje en la vida de dos amigos de siempre, Fred Ballinger (Michael Caine) y Mick Boyle (Harvey Keytel), el primero un famoso y retirado Director de orquesta y compositor y el segundo un famoso y aún activo Director de cine.
El encuentro de ambos es durante las vacaciones en un hotel en los Alpes Suizos, Balliger está acompañado de su hija Lena (Rachel Weiz) y Boyle está con su equipo de guionistas tratando de darle un final a su, tal vez, última película. Los acompañan distintos personajes, necesarios unos, innecesarios otros, como la vida misma. Un joven y famoso actor de cine (Paul Dano), un ex futbolista, matrimonios en su tercera edad, niños, instructores, una reina de belleza, etc. Todos tienen algo que decir, importante a veces, no tanto otras, también como en la vida misma.
Ballinger es tentado por la Reina Isabel para que conduzca una vez más, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe, su obra más amada, y favorita del príncipe, “The Simple Songs”, junto a nada menos que la soprano coreana Sumi Jo. A través de la cinta acompañaremos a este Director solitario y muy apático en una dolorosa travesía, en donde nos contará sus motivos para rechazar o aceptar tan tentadora y honrosa invitación.
Boyle, a su vez, tiene a su equipo de guionistas decidiendo cómo será la última escena de su película, que sería protagonizada por la famosa Brenda Morel, la siempre magnífica Jane Fonda. Escribir la escena final se les está haciendo difícil, ya que, aunque hay ideas que dan vueltas, falta emoción y sentimientos, de esos que gobiernan el hacer de la gente, de esos que hacen que una película sea inolvidable.
“Juventud” es una historia contada de forma simple, pero que a la vez nos muestra las complicaciones que la vida tiene para todos, no importa tu dinero o tu fama, no importa que estés rodeado del paisaje más hermoso de la tierra, porque cuando las cosas se ponen difíciles, nada de eso sirve, nada te da la felicidad o la tranquilidad que deseas y necesitas.
Es una película con dos actores soberbios, que entregan el alma en cada escena y en cada diálogo, que nos muestran sus emociones más íntimas y también las tribulaciones de haber llegado a la etapa final de sus vidas. Caine y Keitel no deberían dejarnos nunca, duele ver en ellos también el implacable paso de los años del que nos habla Sorrentino, duele verlos abrir sus almas y demostrarnos que pase lo que pase y hagamos lo que hagamos, la vida igual se encarga de entregarnos motivos a todos, a algunos para vivirla y a otros para abandonarla.
Por Marisa Zúñiga