Dirección : Edoardo Maria Falcone
Marco Giallini, Alesandro Gassman.
Durante muchos años el cine de comedia, por lo general, nos ha acostumbrado al estilo norteamericano, salvo excepciones, historias anodinas y poco inteligentes (con humor bastante grueso) que sacan una que otra sonrisa.
“Si Dios Quiere”, cumple, logra hacernos sonreir y disfrutar una historia actual y que habla de temas universales en forma más sutil, refinada y menos obvia que las comedias gringas.
El anuncio de una comedia italiana nos recuerda la época de oro, con películas como “Ayer, Hoy, Mañana”, “Matrimonio a la Italiana”, ” La Dolce Vita” y tantas más con grandes firmas (De Sicca, Fellini, Tornattore, Scola y muchos más).
En la comedia europea (en los últimos años hemos visto pocas), francesas, españolas y ahora una italiana, se recupera el humanismo. Los grandes temas de la humanidad como en el caso de “Si Dios Quiere”, algo tan importante, necesario y cercano como la tolerancia.
Tomasso (Marco Giallini) es un médico cirujano cardiovascular, tremendamente exitoso. Es lo que en Chile algunos llaman (graciosamente) “Diostores”. Es un tipo muy exitoso, poderoso, eminencia en su área, tremendamente arrogante, prepotente y que no considera ni respeta a los demás. Su equipo médico, por ejemplo, le teme. Maltrata y ejerce bulling con su arsenalera “gordita”.
Es ateo y con mente científica (como muchos de nosotros) y sólo valida a los demás de acuerdo a sus altísimos parámetros (en eso no nos parecemos).
Su familia se compone de su mujer, su hija casada y con un marido corredor de propiedades, de quienes Tomasso piensa que son poco inteligentes (por no decir estúpidos). El confía y espera que su hijo menor Andrea, quien obviamente estudia medicina con muy buenos resultados, sea su remplazo en el Olimpo de los “Diostores”.
Pero Andrea cambia de planes. Ha descubierto una fuerte vocación religiosa y anuncia a su familia la decisión de ser sacerdote. Para Tomasso es un ladrillo en la cabeza. Habría sido muy tolerante si el anuncio de su hijo hubiese sido una relación homosexual. !Pero nunca dejar la medicina!
Trata de sabotear el plan de su hijo y se acerca al carismático sacerdote que guía al grupo de jóvenes. Y comienza un proceso en donde Tomasso intenta destruir la influencia del cura, valiéndose de todos los medios a su disposición (que no son pocos).
La película se vuelve delirante y los procesos se disparan. A través de los temas tales como la enemistad entre ciencia y religión, el camino de los prejuicios hacia la tolerancia, el respeto a la diversidad y muchos otros como relación de pareja, respeto familiar y superioridad profesional.
Es muy atractiva la idea general de un padre ateo tratando de aceptar a un hijo que quiere ser sacerdote. Es una película graciosa e inteligente.
El contrapeso es el carismático sacerdote cura Don Pietro (Gassman, digno hijo de su padre) de quien Tomasso sospecha permanentemente. Contrasta con la seriedad de un protagonista egocéntrico, antipático, intolerante y con maltrato hacia sus colaboradores, con el resto de los personajes quienes en este punto se ven necesariamente enfrentados a sus propias emociones y debilidades.
Es así como en un delirante devenir Tomasso intenta descubrir cosas horrendas del cura Don Pietro y en su desesperación solo empiezan a desarrollarse procesos en todos los miembros de su familia. La madre se enfrenta al vacío existencial, al sin sentido de una vida cómoda y llena de escapismos alienantes (el buen vino italiano, siempre está disponible), así se da cuenta de que necesita recuperar la energía que la movía cuando era joven y asume compromisos políticos. La hija confronta al padre por la inferioridad intelectual con los ha etiquetado a ella y su marido.
La velocidad de este proceso en la familia y en Tomasso se manifiesta en una escena delirantemente divertida, en donde Tomasso inventa, para acercarse al cura, una vida de pobreza y males, tales como un hermano discapacitado mental y muestra al cura su casa y familia montada para estos efectos (con la ayuda de su yerno, un investigador privado de poca monta y su arsenalera “gordita”) quienes lo ayudan porque le temen.
Finalmente la decisión del menor de la familia genera cambios y crecimiento en todos. Quienes se recuperan a sí mismos.
Probablemente el “Diostor” seguirá siendo prepotente y egoísta, pero todos los demás serán felices y no les importará.
Por Sarita Ahumada Gallardo.