Director: Pablo Larraín
Writer: Guillermo Calderón
Stars: Gael García Bernal, Luis Gnecco, Alfredo Castro
No hay ninguna duda de que Pablo Larraín se ha superado a sí mismo en cada una de sus entregas. Desde “Fuga” (2006), pasando por “No” (2011) y “El Club” (2015) entre otras, Larraín nos ha demostrado que en Chile se puede hacer buen cine. Con “Neruda” Larraín no sólo reafirma su calidad como director, sino que nos entrega su mejor creación hasta ahora.
En 1948 y a tres años del término de la segunda guerra mundial, el mundo se encontraba en plena guerra fría, la que llega a Chile a manos del Presidente de la República de la época Gabriel González Videla. El nuevo presidente había sido elegido gracias a la unión de los partidos comunista, radical y demócrata.
Para sorpresa y desconcierto de sus propios electores, González Videla le da la espalda al Partido Comunista prohibiendo su existencia e iniciando una persecución implacable a todos sus integrantes, entre ellos el reconocido poeta nacional y Senador por el partido Comunista, Pablo Neruda (Luis Gnecco). De esta manera, Neruda se convierte en el más férreo opositor del gobierno, dando feroces discursos en su contra en el senado y donde fuera necesario.
Gonzalez Videla nombra al prefecto de la Policía de Investigaciones Óscar Peluchonneau (Gael García Bernal) para que lo detenga. Y es así como comienza una cacería singular, con un prófugo que deja huellas a su paso y un investigador obsesionado con la genialidad de su “presa”.
Y este es sólo el inicio, porque “Neruda” es una película que nos muestra al poeta en su plenitud. Nos muestra al fugitivo, al mujeriego, al militante comprometido y también al arrogante. En un viaje a través del tiempo, nos transportaremos a 1948 y veremos el camino del poeta hacia el exilio, lleno de anécdotas, humor y desencuentros con su perseguidor.
Antes de continuar, comentaré la única crítica que tengo para la película. Es para el director y es sobre el excesivo cambio de escenarios durante muchas de las conversaciones. Me parece que a Larraín le gusta mucho esta técnica, ya que la ensayó en “NO” (2011), en donde tal vez pasó como novedad, pero que está absolutamente demás en “Neruda”. El efecto hace que se pierda el interés en la conversación y nos empecemos a preocupar más del paisaje o de la escenografía. Aunque esto no pasa de ser un detalle, ya que no disminuye en nada la calidad del film.
“Neruda” es mucho más que una película biográfica porque, si bien está basada en hechos reales, Larraín se permite fantasear; agrega ficción y quita realidad a lo que realmente pasó, para bien o para mal del protagonista. Pero le película está tan bien contada que, para los biógrafos más acérrimos y para nosotros los que no estamos cien por ciento al tanto de la historia de Neftalí Reyes, todo es real y todo pasó; no nos cabe la menor duda.
Con una excelente dirección, ambientación, un notable guion, un elenco con los actores chilenos más reconocidos, un invitado internacional de lujo, una paleta de colores nostálgica y perfecta, además de una fotografía preciosa, “Neruda” nos permite graduarnos con honores de la cinematografía latinoamericana y entrar de lleno a competir con cualquier buena película salida de Estados Unidos o Europa.
No siendo una fanática de Neruda, me alegro que este nivel de calidad se haya alcanzado en una película sobre él. En un país donde no apreciamos lo nuestro y donde reina el famoso chaqueteo, nos veremos obligados a admirar a este hombre como ser humano y como genio, nos guste o no nos guste. Porque Neruda con su presencia, a tantos años de su muerte, es capaz de formar parte y dar valor agregado a una obra que seguramente traerá reconocimientos y honores a este país tan ávido de triunfos y premios a nivel internacional.
Por Marisa Zúñiga