ARE YOU THERE, GOD? IT´S ME, NAPOLEON

La semana pasada tuve la oportunidad de ver dos películas. Una grande, épica y espectacular. Otra pequeña y humilde. Una es una biografía de una figura histórica importante, con actores populares y de primer nivel. La otra, basada en un libro, con buenos actores de carácter y una joven actriz en el rol titular. Una es una impresionante película que tiene muchas posibilidades de acaparar nominaciones y ganarse un par de premios. La otra es Napoleón.

El impacto que causó en mi esta yuxtaposición involuntaria me hizo volver a pensar en las capacidades que tiene una obra cinematográfica para poder comunicar en distintos niveles y lo devastador que es cuando un director con trayectoria y fama mundial decide olvidarse de todo eso y concentrarse puramente en el espectáculo.

“Desde que Scorsese empezó a hacer Los Asesinos de la Luna yo ya he hecho cuatro películas” exclama orgulloso Ridley Scott, director de Napoleón. Y el resultado es palpable. La obra de Scorsese es profunda, desgarradora y reflexiva. Hay subtexto en cada escena, en cada plano. Napoleón se siente como una seguidilla de escenas inconexas. Perfectamente ejecutadas pero sin intención, sin discurso, sin emoción. Jamás logramos entender la grandeza del personaje ni sus motivaciones. Su relación con Josephine se siente desaprovechada. ¿De que se trata Napoleón? Ridley Scott no tiene nada que decir sobre este personaje que no esté ya resumido en un texto escolar. Es como si los realizadores despreciaran tanto al público como a su personaje principal creyendo que poner a Joaquín Phoenix y batallas sangrientas y gigantescas en pantalla fueran suficientes para asegurar el éxito.

Literalmente estamos en la etapa McDonald´s de Ridley Scott, donde lo importante es producir contenido digerible y olvidable en altas cantidades pero que parezca de calidad. Una lástima.

Lo peor es que las fallas de Napoleón se sienten mucho mas visibles después de revisar Are You There God? It´s me, Margaret, de la directora Kelly Fremon Craig.

Este pequeño drama de época, que pareciera tener el presupuesto del almuerzo de Joaquín Phoenix en Napoleón, es la historia de una pequeña niña que da sus primeros pasos hacia la adolescencia al mismo tiempo que debe lidiar con cambiarse a una nueva escuela, los problemas en su casa con su madre y su abuela y pensar en la influencia de la religión en su vida.

Esta película se siente completa en todo lo que Napoleón falla: Es una historia entretenida con personajes entrañables. Tiene perspectiva y punto de vista. Tiene intención y reflexión. ¿De qué se trata Are You There God? It´s me, Margaret? De muchas cosas al mismo tiempo: de madurar, de encajar, de entender el mundo, de la religión, de ser mujer, de ser hombre. Cada personaje en esta película está cuidado a tal nivel que son un mundo en si mismo sin parecer que son satélites del protagonista.

Esta película tiene la misma sensación que Mi Primer Beso (1991), se siente como si fuera un cuento que ocurre en un lugar mítico de la memoria. No son los setenta, son como alguien recuerda los setenta. Y ese espacio siempre se siente acogedor y el trío de protagonistas impulsan esa sensación. Es evidente el cuidado en los detalles y en la construcción de esta película. En la intención de crear un mundo, una sensación.

Y eso es lo que el espectador siente como satisfactorio al ver una película. El sentir que no solamente presenciaste una historia, sino que visitaste un mundo, conociste personajes, sentiste emociones, empatizaste con gente distinta a ti, expandiste tu horizonte. ¿Se acuerdan de Alien (1979)? Es del mismo director de Napoleón…