En algún minuto, durante la proyección de Mank, uno de los grandes productores de los estudios de Hollywood le comenta al protagonista: “…tenemos que hacer que la gente vaya al cine…” y ese comentario por si solo podría abrir un largo debate sobre la situación actual de la industria y del desarrollo cinematográfico. Sin embargo, no creo que ese sea el interés de esta película ni de su autor.
Mank, y permítanme ser “amarillo” en esta ocasión, es una evocación. Es un intento de conexión con algo que te contaron pero, que no alcanzaste a vivir. Es una imagen borrosa que intentamos hacer tan vívida como sea posible. No es una secuencia histórica ni realista. Son fragmentos de un sueño a los que intentamos dar desesperadamente, algo de coherencia.
Entonces, es quizás en este punto donde más costara ponerse de acuerdo, y donde los detractores de esta historia encontrarán carne para alimentar las fauces de los monstruos devoradores de clic. Defensores de personajes o eventos, pero que no están interesados en mirar a través de los claroscuros que ofrece este relato, sino más bien, buscan solo ocupar su trinchera y disparar desde allí un mensaje previamente aprendido.
Pero allí donde “Mank” se vuelve una imagen borrosa e incompleta para muchos, también descubre un homenaje. Un deseo. Una búsqueda de reconocimiento para un personaje al que quizás no fuimos capaces de entender y apreciar cuando tuvimos oportunidad. Hay un extraño delirio al creer que muchas de las grandes obras maestras se forjan cuando los autores están en el más profundo abismo en sus vidas. Y “Mank”, no cede un milímetro en esa premisa. Es estando en el barro y buscando quizás solo algo de comprensión y empatía donde nuestro protagonista encuentra su piedra filosofal. Encuentra ese algo que le interesa narrar y que lo obliga a pelear por ella. Porque está seguro que es una historia que vale la pena y no la va a soltar hasta que pueda ver la luz y obtenga su merecido reconocimiento.
Entonces, al final, Mank es una obra imperfecta a los ojos del que la mira con la fuerza de la razón, pero es una maravilla para aquel que entiende las cosas que se hacen por amor… porque “Mank” es eso, una carta abierta de amor al cine, pero más que eso, es una carta abierta de amor a un padre.
Mank, 2020. Netflix.
Director: David Fincher
Guión: Jack Fincher
Por Keno Gallardo