Al mismo tiempo que un niño nace, en otro lugar, tras una redada, un asesino serial muere. Su alma queda ligada al infante y todo lo que debió ir relativamente bien, comienza a ir relativamente mal (sí, estoy haciendo una referencia). Esa es la premisa de Maligno, cinta de terror que llega este jueves a cines nacionales.
Con ese supuesto, en menos de diez minutos, la película ya había posicionado tres jumpscares en pantalla, dejando en claro que el terror psicológico no iba a ser lo suyo.
Consecuentemente, su trama no logra gran desarrollo. En varios momentos del metraje podremos intuir hacia dónde vamos. No obstante, entretiene lo suficiente para mantenernos enganchados. Mérito, porque al comienzo sentí que los diálogos eran poco flojos -tenía la impresión de que habían sido lo primero que se le venía a la cabeza a los guionistas- y los personajes no están todo lo bien aprovechados que pudieron estar. Se pudo pulir más el conflicto del padre, lo intocables que son los niños en nuestra sociedad o el terror de los progenitores frente a la imposibilidad de proteger a sus hijos, que parece ser su tema pero para el cual se queda corta. Esto último, quizás porque nos damos cuenta muy tarde de que está esa intención y la película no se dedica completamente a ella como ocurría, a modo de ejemplo, con otra película que trataba el mismo tema: El exorcista (1973).
También, presenta algunos problemas narrativos, como un objeto que aparece de quién sabe dónde en cierta escena -después de la escuela, para quien ya la vio- o el hecho de que pudo tener un final bastante decente, pero continua con otra escena, que tampoco habría sido un mal final aunque peor que el anterior. Aunque, no contentos con eso, incluyen una tercera escena con la que finalmente cierran, para evidenciar algo completamente innecesario y que hasta me hace pensar que el director, Nicholas McCarthy, no confía en su audiencia (o le falta experiencia). Amén de lo anterior, otra escena dentro de la cinta que parece estar para justificar el póster y/o para decirnos nuevamente que este niño tiene carga con una dualidad, cosa que a esa altura estaba más que clara.
A pesar de todo, Maligno resultó mejor de lo que esperaba. Tal vez por su escuálido primer trailer (que me arruinó un jumpscare) o porque las actuaciones resultan convincentes. En mayor medida las de Taylor Schilling (Orange is the new black), quien interpreta a Sarah, la madre del muchacho, y Jackson Robert Scott, el niño, a quién vimos como Georgy en IT (2017) y que tiene una performance que en un inicio estuvo peligrosamente cerca de lo cómico pero progresa y logra entregarnos un clímax sumamente creíble, con cierto aire a Damien de La profecía (1976).
Maligno carga con el gran problema de las películas de terror, que se sustentan en el jumpscare y es que, aún cuando funcionen bien, suelen perder efectividad para una segunda pasada, por lo que, aunque Maligno logra incomodar, no le veo mayor proyección. Es cita de una noche y hasta nunca. No obstante, con todos sus altibajos, Maligno es una cita en que no nos llevaremos con un tan mal sabor de boca.
por Peter von Llantua
Ficha Técnica
Director: Nicholas McCarthy
Guionista: Jeff Buhler
Protagonistas: Jackson Robert Scott, Taylor Schilling, Peter Mooney