Director: Mira Nair
Guión: William Wheeler
Protagonistas: Madina Nalwanga, Lupita Nyong’o, David Oyelowo
Mira Nair ya nos había mostrado en 1988 la pobreza extrema de los niños en Salam Bombay (1988) con crudeza y realidad en un relato poderoso que llego a los oscares y se llevó el aplauso internacional. Ahora, Nair vuelve a lo que mejor sabe hacer, retratar realidades de niños.
Esta es una historia de la vida real. No una historia cualquiera sino una de aquellas inspiradoras y que nos hacen sentir bien. Es una película Disney, pero acá nuestra princesa no es ni débil ni espera a un príncipe azul que la salve, es una chica pobre que vive en Katwe.
Katwe es el pueblo más pobre y triste que hayamos visto alguna vez. La pobreza es extrema, hambre, muchas moscas. Vivir en Katwe significa un mundo en donde no hay nada más allá que no sea miseria, moscas y pobreza. “Nacer africano es ser un marginado en el mundo. Nacer en Uganda es ser un marginado en África. Nacer en Katwe es ser un marginado en Uganda. Nacer niña es ser una marginada en Katwe”, (Tim Crothers, autor del libro The Queen of Katwe).
En este panorama es donde conocemos la realidad de Phiona. Una niña que se acerca, como muchos otros niños, al lugar en donde dan un tazón de avena con leche. El lugar es una especie de refugio, una sede deportiva, en donde el profesor forma un equipo de futbol y también les enseña a jugar ajedrez. Phiona no jugará futbol, pero si será capaz de integrar a esos reyes, reinas, alfiles, torres y peones, con sus reglas y estrategias para imaginar otros mundos.
Phiona aprende, diseña movimientos, crea estrategias, su cerebro activa nuevas conexiones, no sabe lo que es un Rey o una reina, o una torre de un castillo, pero si es capaz de usar las piezas con destreza matemática, con capacidad de deducción, y también es capaz de anticiparse a las posibilidades de sus contrincantes. El profesor-entrenador y su esposa, confían en los talentos descubiertos y consigue participar en campeonatos con niños y jóvenes de otras realidades sociales y de colegios exclusivos.
Los niños descubren el mundo. Phiona descubre su talento. Paso a paso, casi sin darse cuenta.
Un punto importante son las actuaciones de los 2 adultos significativos en la historia de Phiona, Lupita Nyong’o como la madre viuda, con plena conciencia de su condición de marginación, no solo social, económica y sin educación, si no también por su condición de mujer sola. Ella es firme, fuerte y una leona defendiendo a sus cachorros. Acá en donde no hay techo, ni comida… hay cariño y protección.
Phiona descubre algo importante: descubre su talento. Ella es capaz de luchar por algo que sabe y entiende muy bien: convertirse en la mejor ajedrecista posible. Su madre está a su lado, por algo que si bien no es muy capaz de entender, ¡cree en su hija!. La madre cree y apoya a su hija. Lupita Nyong’o nos muestra esa convicción y fé.
David Oyelowo es un personaje con más “alma “Disney”. Es bueno, cree en los niños, y es capaz de dedicar vida, tiempo, recursos para de alguna manera hacer que esos niños crean más en si mismos. La actuación convence, no es un santo, sino un ser humano generoso y capaz de dar a los niños más valor y ayudarlos a potenciar su autoestima.
Reina de Katwe es una buena historia, con poder y fuerza de realidad, Y logra su objetivo conmovernos… y que podamos a pensar que un simple peón puede vencer a Reyes y Reinas (no solo en un tablero)
Por Sarita Ahumada Gallardo