Tras la cinta con que me deslumbró (un 10 de 10 le dí en IMDB): The Grand Budapest Hotel (2014), dado que -aunque usted no lo crea- resultó también en mi descubrimiento del director estadounidense, vuelve a la pantalla grande Wes Anderson y su singular forma de contar historias.

Su estilo es innegable. Pero esta película es mucho más que estilo.

Isle of Dogs, conocida por estos lados como Isla de Perros, es una cinta de animación. Animación que recuerda a Fantastic Mr. Fox (2009; también de Anderson), con maquetas  que a primera vista pudieran dar una impresión de descuido, por su diseño y al ser comparadas con otras cintas hechas en base al stop motion que buscan la grandilocuencia visual, como Kubo and the Two Strings (2016), pero nada más alejado de la realidad. El virtuosismo de Isle of Dogs -uno de los virtuosismos- se encuentra en su detallismo, cargado de imaginación y en pos de la historia, y la perfección, ambos alucinantes.

Con una narración peculiar y fluída, de vueltas hábilmente situadas en los momentos exactos, todo marcha de manera excelente, como reloj suizo. La edición es increíble y, de no ser por la duración del metraje, sería comparable a un Haiku, todo es preciso y económico. Sin ser hilarante pero con dosis de buen humor presente, estamos, sin duda, ante una historia encantadora:

En Megasaki City, los perros se enferman de una gripe que hace peligrar las vidas humanas por lo que todos los canes son desterrados, para su abandono, a una isla vertedero, por parte de un decreto del alcalde de dicha ciudad japonesa. Un niño de 12 años, Atari (Koyu Rankin), inicia un viaje para encontrar a su perro extraviado.

Isle of Dogs, por consecuencia, nos entrega, en una primera capa muy visible, una linda historia entre un niño y un perro, donde además podremos encontrar objeción por el maltrato animal. Pero es su extrapolación, increíblemente humana, lo que hace de Isle of Dogs un filme deslumbrante.

¿Quiénes somos y quiénes queremos ser?
Somos entes de sociedad, debemos aprender a relacionarnos.

Disclaimer: Hablaré a continuación de temas que encontré en la cinta, sin describir las situaciones que me llevaron a ellos. De hecho, dejé fuera temas que pudieran guiar a inferir cómo se desarrollan algunas cosas en la película. No obstante evita estos párrafos -ocultos en el “presione aquí”- si crees que todo es un Spoiler

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Isle of Dogs es una cinta muy rica, con bastantes temas presentes, pero transversal a ellos y relacionándolos probablemente a todos, podemos reconocer a través de la pantalla cuestiones inherentes a las relaciones humanas, mejor dicho humanitarias, porque aplican para con los congéneres (humanos), como para con otras especies; pasando por el cómo nos relacionamos con nosotros mismos (yo interno) hasta el hacer crítica de nuestra forma actual de vincularnos (y con qué nos vinculamos).

La película habla de que debemos saber perdonar nuestros propios pecados y luego, a partir de eso, podremos reconocernos tal cual somos. De que hay que tomar siempre acciones si quiero a algo o a alguien. Y de que, si bien poseemos una violencia interna, propia de todos, no sólo por eso debo dejarla salir, hay que domesticarla. No obstante, de ser necesario, debemos luchar por lo justo.

Un poco vinculado a eso y haciendo nexo con el tema que sigue, las relaciones interpersonales, nos muestra que las historias son cíclicas y debemos tener presente nuestro pasado para poder aprender de él, lo que nos permite corregir el futuro (que, a todo esto, está en mano de los niños).

Respecto de las relaciones con terceros, postula que nadie es conocido al principio, todos somos “astronautas” en primera instancia, pero debemos entender y reconocer la importancia del otro y, a partir de lo mismo, hay que saber hacer mía la causa del otro (empatía). Es así como Anderson aúna en pantalla tradiciones de Oriente y Occidente y nos muestra que a pesar de los diferentes idiomas, es posible que incluso distintas razas logren comunicarse, porque todo está en cómo se construye una relación. Pone peso en la importancia de la lealtad, la empatía, la confianza, el diálogo, el honor y de entender el trasfondo real de nuestros ritos. La “luminosidad” se alcanza cuando establecemos la relación con los demás.

Por otro lado, no menos interesante, también vemos la falibilidad y el peligro que representa la tecnología, pudiendo encontrar, por ejemplo, que las imágenes de la televisión están dibujadas, espejo de que no son realidad, de que lo que nos muestra la tv es aún más falso que lo que entendemos como nuestra realidad (una animación dentro de una animación).

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Sin embargo, todo esto -y probablemente mucho más- está entregado con sutileza, Anderson lo hace presente, pero no te lo restriega en la cara. No hace un sermón y te trata como espectador inteligente. Eso siempre se agradece.

Se pueden reconocer además, recursos cinematográficos muy bien distribuidos y utilizados. Poder encontrar referencias a otros filmes y cineastas, adosado a todas las maravillas ya descritas, hacen de Isle of Dogs una película ciertamente gratificante. Y esto es por donde se le mire.

Director: Wes Anderson
Escritores: Roman Coppola, Jason Schwartzman, Kunichi Nomura y Wes Anderson (todos desarrollaron la historia, Anderson se hizo cargo del guión)
Protagonistas (Voces): Bryan Cranston, Koyu Rankin, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Greta Gerwing, Scarlett Johansson, Yoko Ono, Tilda Swinton.

Por Peter Von Llantua

Soy un consumidor/Amante de audiovisuales. Las hago de reseñólogo, gamer, fotógrafo, dibujante y lector de ratos libres. También soy una especie de Papelucho ciclista, si existiera ese libro, Papelucho sería como yo en sus páginas (creo yo). Me defino como un cabro apañador motivado por la vida. Me pueden encontrar escribiendo de Cine y Series en Cinetoscopio e Hijos del Átomo. Además de posteando cosas en las siguientes plataformas: Facebook, Google+, Instagram, IMDB y ahora ando probando YouNow. ¡¡Se cuidan Gentes!!