En mi fuero interno, o se es fanático de Star Trek o se es de Star Wars. En mi caso, siempre fui por lo segundo y, por lo tanto, mis acercamientos a la saga Star Trek no llegaron hasta la primera película de la era J.J. Abrams. Resultó ser un filme que curiosamente dejó satisfechos tanto a trekkies como a personas nuevas en el tema y me provocó una buena expectativa para el resto de las cintas que vinieran. Into the Darkness, la segunda de esta saga cumplió de la misma forma y nos dejó preparados esperando una tercera parte.
Con estos antecedentes llega la nueva entrega de Star Trek, llevando por subtítulo Beyond y traducido en América Latina como Sin Límites. Esta vez el director es Justin Lin (productor de varias “Fast and Furious” y director de una de ellas), pero las riendas de la producción siguen en manos de Abrams, que ya ha convertido sus películas y producciones en una firma de autor. En este caso su mano se nota menos, pero sigue siendo una extensión de sus universos visuales.
El argumento nos trae de vuelta al Capitán Kirk (Chris Pine) y su tripulación, quienes se enfrentan en una primera instancia a una traición y luego a una serie de peligros en los que cada protagonista pondrá de su parte para resolverlos. Precisamente uno de los encantos de esta saga es la química que se da entre los miembros de la tripulación del Enterprise, lo que hace que cada uno de ellos nos importe y nos involucre en sus historias. La clásica relación entre Kirk y Spock (Zachary Quinto) sigue operando como un contrapunto que se amplía al resto de los personajes, permitiendo tener momentos de tensión, pero también muchas escenas de humor que no caen en la broma fácil. Podemos responsabilizar de esto al británico Simon Pegg, quien por primera vez se encarga del guion, que cuenta con una larga carrera como comediante, incluso antes de haber llegado a interpretar al ingeniero Montgomery “Scotty” Scott.
A todo lo anterior se suma un buen ritmo de la historia, efectos visuales espectaculares pero que no saturan y una banda sonora a cargo de Michael Giacchino, quien ya se había hecho cargo de las dos anteriores. Pocas veces la música y la imagen se enganchan de forma tan eficiente, pero cuando lo hacen es extraordinario y siendo este uno de esos casos, las escenas se ven potenciadas por la música que escuchamos.
Probablemente el punto más débil de “Star Trek Sin Límites” sea su villano, interpretado por Idris Elba, quien no logra tener el peso o sentirse como una amenaza real; algo que si pasaba en la segunda entrega, en donde Benedict Cumberbatch se robaba gran parte de la película con su rol de Khan. Además de esto, la incorporación de un nuevo personaje (Jaylah, interpretada por Sofía Boutella) cumple con lo que debe hacer, pero no es un aporte mayor a la historia.
Con los baches que pueda poseer, “Star Trek Sin Límites” es una película entretenida, fácil de ver, con personajes queribles y mucha idea sobre cómo hacer un filme de ciencia ficción sin alargarlo innecesariamente. Al igual que en su primera entrega, la historia permite que los trekkies más acérrimos se sientan identificados, pero también es amable con quienes no han tenido experiencia previa en el universo Star Trek, y de hecho, puede funcionar como enganche para quienes quieran adentrarse en él. Es una buena propuesta que nos deja con la idea de que pueden seguir haciéndose muchas películas con esta franquicia y con interés en seguir viendo cómo se van desarrollando.
Por Alejandra Pinto