El Mundo Mágico de Nimona
Nimona es la historia de una joven paria que puede cambiar de forma y que anda en búsqueda de un compinche que también sea rechazado por la sociedad para ser compañeros en el crimen y vengarse de todos quienes los odian. Cuando conoce a Ballister, un caballero acusado injustamente de regicidio, conocerá también el valor de la amistad y redescubrirá su amor propio.
Claramente, esta película de animación es una alegoría LGTBQ –y una bastante buena, por lo demás- que presenta su discurso de una manera tan precisa que adultos y niños podrán entender las distintas capas en sus respectivos niveles. Es efectivamente entretenida, dinámica, con personajes atractivos y un estilo de animación muy original y expresivo. Es de esas películas que te entretienen de tal forma que no te das cuenta cuando llegan los momentos dramáticos y emotivos.
Además de los personajes y la historia, el mundo donde se desarrolla esta película es muy interesante; es una especie de hibrido entre un mundo futurista y una sociedad medieval antigua. Hay autos voladores, armas de rayos láser, espadas luminosas, dispositivos celulares y redes sociales. Pero también hay monarquía, caballeros, escuderos, plebeyos, etc. Una sociedad moderna pero que en sus raíces sigue siendo retrograda y que acepta, por ejemplo, relaciones homosexuales discretas pero por ningún motivo permitirá la posibilidad de que ascienda al trono alguien de sangre impura.
Esto es particularmente interesante cuando se toma en cuenta las condiciones en las que esta película llega a las pantallas de Netflix: Nimona estaba siendo desarrollada por Blue Sky Studios (La Era del Hielo, Snoopy, Río) cuando la compañía madre fue adquirida por la corporación Disney la que decide cancelar la producción de la película hasta que fue adquirida por Netflix para completar su desarrollo y presentarla en su plataforma.
Mucho se ha dicho de la “agenda woke” de Disney y una supuesta ideología que a través de la “inclusión forzada” le estaría dando “injusto” espacio a las minorías en sus nuevos productos pero el hecho de que exista una obra como Nimona prueba que en verdad, la supuesta inclusión de Disney no sería mas que otra movida corporativa para recaudar mas ganancias.
Todos los personajes homosexuales que han aparecido recientemente en las películas Disney están cuidadosamente diseñados para remover cualquier señal que delate su orientación sexual en caso de que algún mercado internacional así lo requiera. Y la movida es genial porque la discusión en redes sociales se da entre los que consideran la inclusión como inmoral y los que consideran que está correctamente presentada como algo natural y no como parte importante de la trama. Pero esa discusión da lo mismo porque basta un corte de edición para eliminar cualquier rastro de diversidad.
En esta alegoría, Disney es el reino que aparentemente es moderno y progresista pero en realidad solo desea mantener intacto el estilo de vida de los regentes. Y ese es el reino que no puede lidiar con Nimona.
Porque al igual que para El Reino, para Disney, Nimona (la película y el personaje) es un monstruo, una amenaza que hay que mantener a raya, que no perturbe la calma, que no desafíe los limites de la tolerancia. Pero no puedes cambiar a Nimona (el personaje y la película) porque a pesar de no ser un film explícitamente LGTBQ, lo es totalmente en sus raíces, en los temas que presenta y en el conflicto de sus personajes. Este es una película que explora las raíces de la intolerancia de una forma que ningún otro film familiar lo ha hecho antes, desnudando la hipocresía de quienes se abanderan con el progresismo y que en realidad no pretenden cambiar nada.