Todos tomamos decisiones. Algunas más grandes o importantes que otras, pero el estrés de tener que tomar una opción siempre esta allí. Sin embargo, la mayoría de las veces, estas decisiones no involucran más que temas casuales o tienen un impacto mínimo en nuestras vidas, pero ¿cómo nos enfrentamos a las decisiones que van a cambiar el curso de nuestra vida? ¿Cuánto de nosotros mismos estamos dispuestos en dejar atrás para soportar el peso de nuestras determinaciones?

“My Zoe”, película dirigida por Julie Delpy, inicia su relato con una familia compuesta por Isabelle, James y la pequeña Zoe. Todos están intentando adaptarse al quiebre familiar –separación de los padres–, pero la relación entre la expareja no es para nada buena y mientras él recrimina a ella constantemente el fracaso de su matrimonio, esta intenta adaptar su vida al nuevo escenario. En este momento del relato notamos la diferencia en la forma que ambos tienen para afrontar esta situación. Ella ya tiene una nueva pareja y buenas perspectivas laborales, mientras que él se debate entre su rabia acumulada y los deseos de intentarlo nuevamente. En estos primeros minutos la película combina hermosos momentos de relación “padres – hija” con la tensión y violencia de las discusiones entre la fallida pareja, creando una atmósfera bastante incómoda para el espectador.

La necesidad de tomar decisiones es el motor de “My Zoe”. Durante todo el relato los protagonistas se van enfrentando a momentos difíciles, que requieren de una resolución de su parte. El peso de cada acción se deja sentir en los personajes, que van haciéndose más trascendentales, a medida que avanza el relato. Incluso aquellas situaciones que parecen sin importancia al principio, se vuelven un punto de quiebre cuando la tragedia se desencadena. La pequeña Zoe sufre un accidente que la deja en un coma irreversible. A partir de ese momento, acompañamos el dolor de los padres y la forma en que lo enfrentan. Pese al difícil escenario, las heridas del pasado vuelven a sangrar casi sin control. Los pocos puntos de encuentro se diluyen rápidamente y todo queda reducido a una última decisión, para la vida de la pequeña Zoe.    

Isabelle, como científica que es, parece ver el mundo de una forma más analítica. Para ella su etapa como esposa está superada y se muestra decidida en cada paso que da. Su evolución es interesante porque podemos ver como el dolor, debido a la situación de su hija le va quitando  seguridad en sus acciones y certezas, pero al mismo tiempo, la logra llevar a lugares que en condiciones normales no consideraría. Ella se transforma en un ente completamente independiente, a la hora de encarar lo que viene. Sin importar lo que pueda pensar el resto de su entorno, ni mucho menos considerar sus opiniones. James por su parte, actúa desde la ira que siente hacia su ex y el amor incondicional a su hija. La falta de puntos medios en su discurso y la necesidad de encontrar un culpable a la situación que vive, hace que sus decisiones siempre parezcan tomadas a partir del dolor. Ambas personalidades colisionan constantemente, lo que hace aún más difíciles, los momentos que deben enfrentar juntos.

“My Zoe” apela a la humanidad de sus personajes mientras acompañamos su dolor y sensación de pérdida irreversible, para que comprendamos sus actos. Sin embargo, un quiebre se produce al momento de exponer un terrible dilema moral. Desde ese punto, todos los involucrados parecen perder cualquier cuota de racionalidad en sus actos, dando pie a las motivaciones más individualistas. Los buenos deseos se transforman en situaciones reñidas con la moral, en la que la línea entre lo correcto y lo indebido simplemente, desaparece frente a nuestros ojos. La película inteligentemente, nos obliga a tomar partido y nos involucra emocionalmente en lo que está pasando. Cada acción y decisión de los personajes es motivo de cuestionamiento y la sensación frente al final de la historia, va a depender de que tan de acuerdo estemos con lo que acabamos de ver.

Al final, “My Zoe” se aferra a que empaticemos con el dolor de una madre para justificar cada una de sus acciones. Porque frente al terrible dilema moral que la película plantea, la decisión más difícil que deberá cargar la protagonista de esta historia, es asumir que siempre tendrá que guardar un secreto y el peso de esa decisión lo sentirá cada vez que mire a los ojos a quien mas ama… aún cuando ya no es quien más ama.

Por Keno Gallardo