Desde hace ya varios años estamos viendo un cambio de paradigma desde los estudios Disney en relación a sus películas llamadas “De Princesas”. La industria se ha preocupado de entregar personajes más acordes a los nuevos tiempos, con protagonistas femeninas que ya no están dispuestas a enamorarse al primer beso ni están esperando a ser rescatadas. Son jóvenes luchadoras, autoconscientes y en busca de su destino, lo que significa un alivio para los padres de niñas y niños que ven en estas películas un modelo a seguir. Su más reciente fenómeno estuvo representado por Frozen y su personaje Elsa, una princesa que a mitad del metraje decide dejar de ser la niña perfecta y dar rienda suelta a su poder. Ahí, su hermana Anna, una jovencita tradicional que buscaba al príncipe azul, quedó relegada a segundo plano.
Moana pertenece a este tipo de películas. Con el claro antecedente de Frozen, en Moana conocemos la historia de la hija del jefe de la isla Motuini, quien es elegida por el océano para llevar a cabo una misión. Ella deberá ser la encargada de buscar al semidiós Maui y llevarlo hasta la diosa Te Fiti para devolverle su corazón. La leyenda dice que Maui robó el corazón de la diosa y es por esta razón que sombras de muerte avanzan en todo el mundo. La única forma de devolver la abundancia y la salud a las islas es realizando este rito, en donde el orden será restaurado a través de las acciones que llevarán a cabo la elegida y el semidiós. El gran conflicto de la protagonista tiene que ver, al igual que para la princesa Elsa, con la dicotomía entre lo que se espera que ella haga – está destinada a ser la jefa de la isla, igual que su padre- y lo que ella realmente quiere hacer, es decir, recorrer los océanos hasta saber que tan lejos puede llegar.
Pese a que ambas historias se parecen en varios puntos, la gracia y frescura de Moana radica en la calidad de su diseño de imagen y el carisma de sus personajes, elemento en el que juegan un importante papel sus actores de doblaje. Sin ir más lejos, en la versión en inglés la voz de Maui está doblada por Dwayne Johnson, La Roca, que arma un personaje adorable y muy divertido, a la vez que sorprende por su habilidad para cantar una de las canciones centrales del filme. Lo mismo pasa con la actriz y cantante de 17 años Auli’i Cravalho, quien da la voz a Moana, gracias a la cual sentimos – y sabemos – que nuestra heroína es efectivamente una adolescente.
En general, todos los personajes son queribles y permiten identificarnos con ellos de una u otra forma. De ahí que lo más importante en Moana sea la forma en la que se establecen las relaciones entre los personajes, hasta el punto que olvidamos que estamos frente a pixeles y animaciones de computadora. El cuidado que se puso en el tratamiento del filme, con personajes que logran transmitir valentía, cariño y ternura, es lo mejor logrado de esta película, que logra transmitir sentimientos y emociones desde la pantalla hacia el espectador.
Como en todas las películas Disney, la banda sonora es el corazón del filme. Tenemos un conjunto de canciones pegajosas y bien ubicadas, que potenciadas por secuencias animadas, arman una película fácil de seguir y que puede llamar la atención de niños y adultos, algo que viene siendo una tónica de este tipo de filmes desde hace ya varios años. Sin embargo, los elementos visuales no serían lo mismo sin un guion que en este caso destaca por la simpleza de su mensaje y una dirección que se preocupa de dar intensidad cuando es necesario, con muchas escenas de acción ejecutadas para generar tensión en el espectador, pero que a la vez nos entrega momentos de intimidad y emoción. También podemos encontrar varias referencias cinéfilas y de cultura pop; los piratas del camino (oceánico) que recuerdan a Mad Max o el monstruo acumulador que “brilla” como Smaug en El Hobbit, son los ejemplos más claros de eso.
Aunque es poco probable que Moana repita el fenómeno que fue Frozen, y su historia no sea algo distinto a otras historias Disney que conocemos, la forma en la que esta película está dirigida y ejecutada la hacen merecedora de una segunda mirada, más que todo para disfrutar de la belleza y la precisión de sus imágenes. Aquí podemos comprobar como el estudio ha ido puliendo su trabajo, hasta ser un referente en la animación digital mundial, pero que además, se preocupa de entregar historias con contenido y música que las convierten en clásicos instantáneos. Es una marca registrada que jamás decepciona a sus fans, lo que en estos días, no es poco decir.
Por Alepín