Llegando al final de la mecha…

Cuando en el año 1996, algún ejecutivo de Paramount junto a Tom Cruise decidieron revivir la marca de una serie de TV de la década de los 60 y llevarla a las salas de cine, quizás ninguno imaginó que 27 años después íbamos a estar asistiendo al (supuesto) final de una de las sagas más icónicas de los últimos tiempos. Manteniendo a Cruise en el rol principal y transformando cada nueva entrega en un despliegue de recursos no solo técnicos o cinematográficos, sino también en un desafío físico para su protagonista que ve en estas cintas la excusa perfecta para probar una maniobra de riesgo que deje a los espectadores con la boca abierta.

Hay mucho que decir sobre lo que rodea a esta saga, pero en estas pocas palabras que me permite el formato me quiero concentrar en esta última aventura. «MI: Sentencia Mortal Parte I» cumple con todo lo que prometió en sus avances. Manteniendo los niveles de acción y tensión que se vienen repitiendo desde la cuarta entrega, momento en que estas películas parecen haber encontrado su mejor formato. Ethan Hunt y su característico equipo deben lidiar en esta ocasión con una IA que se ha vuelto consciente y con acceso a toda la información conectada a la red, transformándose en una amenaza global que es incluso capaz de predecir escenarios futuros que solo hacen que la tarea de la IMF se vuelva más complicada.

Muchas cosas se pueden destacar de esta cinta. Lo primero y quizás lo más obvio, es lo mucho que nuestro ojo agradece estar viendo escenas filmadas en escenarios reales. Es cierto que el CGI aporta mucho, pero la sensación de que lo que estás viendo realmente existe en alguna parte del mundo es un agrado. Lo segundo es la progresión que tienen las distintas escenas de acción. Ninguna se siente torpe, todas tienen un desarrollo que va de menos a más y por lo mismo, nunca se sienten agotadoras. Da la sensación de que estamos ante un equipo que refinó al máximo el formato de estas secuencias, dándose el gusto de darle toques de humor que funcionan a la perfección.

Pero donde quiero hacer énfasis como lo mejor de esta entrega es en su historia y la utilización de los personajes. Nadie sobra. Todos desempeñan un papel en la telaraña de situaciones que va construyendo un desenlace perfecto a la espera de la segunda parte, pero además logra traspasar hacia los espectadores la sensación de que, quizás por primera vez a lo largo de esta saga, el equipo está en riesgo y cualquiera de ellos puede terminar caído. La tensión siempre está presente y los momentos de descanso se cuentan en solo unos pocos minutos.

Quizás estamos llegando al final de una saga que supo reinventarse hasta encontrar la mejor forma de contar sus historias y su público objetivo. O quizás, solo estamos en presencia de la tenacidad de un actor como Tom Cruise, quien intentó hasta encontrar aquello que tanto había buscado: su lugar entre las grandes estrellas de Hollywood. Esas que son recordadas no solo por sus grandes actuaciones, sino también por el aura que los rodea. Como sea, a esta altura nadie puede negar que la saga de Misión Imposible se transformó en un imperdible que debe disfrutarse en la pantalla más grande que se pueda. Porque la diversión está garantizada hasta el último minuto (o hasta que se apague la mecha).