Siendo honestos y por muy duro que suene, Eastwood nos queda poquito. Así que hay que aprovechar la vitalidad que le queda (yo tengo la mitad de años que él y ando con achaques), para ponerse detrás y delante de una cámara, y sacar una obra como “La Mula”. La historia de un viejo que se convierte en mulero de los narcos.
Earl Stone (Eastwood) es un hombre chapado a la antigua, veterano de guerra, que se dedicó a tiempo completo a su oficio de florista, dejando de lado su familia. La llegada de la tecnología a su rubro, le significó quedar prácticamente en la calle, viviendo en su vieja camioneta Ford. En medio de una celebración en casa de su nieta conoce un individuo, que le da el dato para ganar dinero, debe manejar su camioneta trasladando “paquetes” de un estado en otro. Como Earl ama conducir y recorrer el país acepta, es dinero fácil, que demás le permite ayudar a su entorno cercano.
Estawood nos cuenta una fábula moderna, sobre las consecuencias de nuestros actos. Earl era un viejo cascarrabia, sin filtro, medio facho, pero buena persona. Capaz de detenerse en medio de la carreta para ayudar a una pareja a cambiar una rueda pinchada, como sus códigos son viejos, trata de “nigro” a quienes él voluntariamente se ofrece a ayudar. Él amaba las flores porque las considera únicas (crecen, llegan a su punto culmine de belleza y luego se marchitan) sin embargo, nunca entendió que la familia también es única y que, si no la cuidaba, también se podía marchitar.
Eastwood nos entrega un film donde no sataniza a los narcos, ni glorifica a la policía, ya que eso no es lo que le interesa contar, es solo la excusa. Estamos frente a un film que nos habla del cambio, lo viejo por lo nuevo y lo idiota que nos vuelve la tecnología. Todo en algún momento será obsoleto y cuando eso ocurra será desechado, desde un viejo florista, un teléfono entre transas, hasta un poderoso narco. Cuando eso ocurra el sistema te pasará por encima y más vale estar preparado para que sepas reinventarte. Earl desprecia la tecnología, considera que nos idiotiza y nos transforma en esclavos de ello, incluso no somos capaces de cambiar una rueda sin googlearlo primero, no podemos llegar a ningún lado sin gps y si el celular no nos lo recuerda, hasta olvidamos fechas importantes.
The mule es sin duda una cinta que hay que ver, apreciar y conversar, tiene hartas capas y jugo para sacar en una buena conversa cinéfila o en la sobremesa familiar.
Por Claudio adn