Un propósito, un superpoder.
Casi diez años han pasado desde que los Guardianes de la Galaxia irrumpieron en el universo Marvel. Lo hicieron con un estilo y una dinámica de grupo que los llenó de elogios. Si a eso le sumamos una banda sonora que acompañaba a la perfección las aventuras del grupo, la combinación fue un éxito rotundo.
Pero todo comienzo tiene un final. Es más, toda la promoción de esta tercera entrega de la saga se ha basado en el concepto de una despedida y la verdad, ese es el tono que rodea a todos los personajes principales dentro de la película.
Sin embargo, este volumen 3 de los Guardianes comete todos los pecados a los que ya nos tiene acostumbrados Marvel. Una película excesivamente larga, un humor que varias veces no funciona y personajes secundarios completamente desaprovechados, pero allí donde aparecen todos esos defectos también brilla lo mejor de este grupo de criminales convertidos en superhéroes: se sienten completamente humanos con sus defectos y virtudes. Allí donde las últimas películas del MCU parecen completamente prefabricadas y carentes de toda emoción, esta destaca porque pone y entrega todo su corazón en pantalla. Y eso siempre se agradece.
Luego de tantos años junto a estos personajes hemos podido ver cómo superan sus miedos, descubren el valor de la confianza o se transforman poco a poco en una particular familia, sin embargo, les faltaba algo para completar su viaje y esta película se encarga justamente de eso. La historia de nuestros héroes finalmente se completa cuando son capaces de encontrar un propósito y es esa idea lo que saca lo mejor de ellos. Porque cuando recorres la galaxia preocupado por salvar a otros a veces olvidas cómo salvarte a ti mismo.
Si esta fue la aventura final para los Guardianes de la Galaxia (al menos así lo han declarado varios de sus protagonistas) tendremos que decir que, al igual que el grupo de héroes, es una película imperfecta, pero que se disfruta porque tiene un propósito claro: despedir por todo lo alto a sus personajes. Tratándolos con cariño y demostrando que este tipo de historias puede ser más que solo explosiones y chistes repetidos. Reitero, hay un corazón enorme detrás de cada personaje y eso se nota en cada minuto del viaje.
Porque al final, un superpoder no necesariamente tiene que ver con ser el más fuerte o el más inteligente a la hora de enfrentarse al enemigo de turno. A veces, un superpoder es solo descubrir nuestro propósito y utilizarlo en beneficio de los que más amamos.
By Keno Gallardo