Hoy sacaba la cuenta de que Dragon Ball tiene casi mi edad, si hablamos del Animé, este año cumple 33 años desde que Son Goku empezó sus aventuras y resulta impresionante ver que sigue siendo un fenómeno -fue junto con Akira (1988) uno de los mayores embajadores de la animación japonesa en occidente- que ha trascendido generaciones. En la inmensa fila de espera para el Avant Premier, podíamos ver niños de 7 años luciendo sus poleras con el Saiyayin en su transformación God Blue (lógico, Dragon Ball Super es lo que ha atrapado a los más peques y ahí se presenta esta transformación de Goku) hasta adultos de alrededor 40 años, luciendo el símbolo de Kame Sennin o, para los amigos, el Maestro Roshi.
La vuelta de Goku y compañía en la serie Dragon Ball Super (DBS) sembró dudas, en especial porque Dragon Ball GT , defraudó a muchos seguidores y porque además DBS tuvo un inicio tambaleante, esto dado tanto por los capítulos de relleno, como por los vergonzosos problemas de pésima animación. No obstante supo afirmarse, según muchos en la saga del Torneo del Universo 6, para otros con la Saga de Goku Black (donde a mi parecer todavía le faltaba algo) y pisar firme en la última patita antes del receso en que se encuentra actualmente: La saga de la supervivencia Universal.
Sus películas -sólo de las de la serie DBS- experimentaron un recorrido similar: DBS La Batalla de los Dioses (2013) me pareció derechamente mediocre, un capítulo extendido que después notaríamos, era realmente el resumen de la primera saga, y que además, tenía escenas insufribles como aquella en que uno de los personajes (Vegeta) cantaba. La siguiente cinta, DBS la resurrección de Freezer (2015), también resultó ser el resumen de una saga, pero mejoró, cuidando más la animación y algunos detalles como permitirnos distinguir que cada Guerrero Z tenía su propio estilo de pelea.
Aún así, quedaba la impresión que las películas de DBS no podían ser mucho más. Entonce,s se anunció la (re-) aparición de Broly, un personaje que los más veteranos recordaremos por tres películas de la serie Z, en un nuevo largometraje del cual tanto historia como guión estarían a cargo de Akira Toriyama, creador de todo este universo.
Es así como DBS presenta su primera película con historia independiente a la serie, lo que viene a sumar el primero de los puntos buenos que tiene esta entrega. Lo siguiente es que, si bien su historia es sencilla, funciona bien. Todo lo necesario para seguir el metraje está dentro del mismo y eso es bueno porque se entiende aún cuando no seas seguidor de Dragon Ball, de lo mismo se desprende que existe borrón y cuenta nueva para Broly. Y no sólo él sino todos los personajes están bien delineados, tienen trasfondo y motivaciones, aún cuando algunas sean ridículas, lo que es parte del sello Toriyama.
Hablando de ridiculeces, los gags son precisos, alejados todo lo posible del ya mencionado canto de Vegeta y aunque puede que a veces sean básicos, resultan. Podría decirse incluso que es una película “livianita de sangre” y que, por lo mismo, “cae bien”.
En la animación hay algo que encontré bonito: el trazo como la paleta de colores son al principio muy parecidos, sino similares, al de los inicios de Dragon Ball Z (Saga de los Saiyajins) y creo que es un guiño a propósito para los que somos más viejos, porque existe una mini elipsis temporal que se acompaña del icónico Cha-la Head Cha-la y que me paró los pelos de pura nostalgia. Hermoso. Sin embargo, pasa algo extraño a medida que avanza la cinta y es que la animación muta para volverse más sencilla, pero más fluida y eso, a la hora de alcanzar las batallas, resulta genial.
Las peleas, ¡Oh, las peleas! a ratos me parecía estar viendo algún capítulo de Naruto Shippuden en que me habían cambiado a Sasuke y Naruto por Vegeta, Goku y Broly debido al estilo de animación. Extraño, sí, pero alucinante también. La historia se expone en la primera hora. Luego, los restantes 40 minutos, nos muestran casi puras batallas, pero no aburre para nada, todo lo contrario, resulta entretenida y con una animación impresionante y vamos que si vas a ver Dragon Ball ¡Lo que quieres ver son las batallas!. Los animadores decidieron incorporar a ratos movimientos muy cortos de artes marciales que permiten que se entiendan las peleas, DBS Broly no se trata de ver solo explosiones, disparos de energía o sonidos de golpes poderosos, pero invisibles, eso está, es parte del imaginario Dragon Ball, pero lo complementan de esta otra forma y el resultado mejora bastante. No creo que haya seguidor que no alucine con estas secuencias y es un agrado poder verlas en una pantalla muy grande.
Quizá la banda sonora sea lo más criticable, porque mi oído occidental no encajaba en ciertos momentos con ella, junto con que el doblaje comienza un poco flojo, aunque se pone a tono muy rápido
Para concluir, si bien creo que esta es una película un tanto de nicho, conversé con conocidos que la vieron y no son fans ni siguen Dragon Ball y ellos salieron bastante conformes con lo que habían visto. La razón, desde mi punto de vista, es que estamos ante uno de los mejores largometrajes -si no es que derechamente EL MEJOR- que ha entregado Dragon Ball, no sólo en su serie Super, sino en su vida entera.
Por Peter von Llantua
Ficha Técnica:
Título: Dragon Ball Super: Broly
Año: 2018
Director: Tatsuya Nagamine
Guionista: Akira Toriyama