La primera vez que vi un trailer de Dioses del Egipto pensé que iba a ser un bodrio de los buenos, es decir, muy mala y con esa idea, cuando partí al Cine creí que haría una reseña para la sección “Oh Dios mío, ¿Qué he hecho para merecer esto?” (#ODMQHHPME). Pues bien, me equivoqué.
Lo que no quita que la película deje de ser malita, pero no fue tanto como había imaginado ¡Ajá! pensaste que iba a decir que era buena. No, distamos mucho de eso. Resulta curioso que nunca me aburrí, cada vez que empezaba a flaquear la cinta, algo pasaba que me devolvía a la aventura. Visualmente está bastante bien aunque aveces exageran con el CGI (imagen generada por computadora), hay peleas bien plásticas, pero también hay escenarios bastante bonitos. Al menos para el diseño de escenarios, armaduras y cosas por el estilo, tuvieron imaginación. Se me ocurre que por ahí me anduvieron entreteniendo un poco.
Los Dioses del Egipto trata del fin del reinado del Dios-Rey Osiris, quien dejará el trono a su hijo Horus (Nikolaj Coster-Waldau, Jamie Lannister en Game of Thrones). El hermano de Osiris, Set (Gerald Butler), no está de acuerdo con esto y toma el poder por la fuerza, descuartizando a su hermano y dejando ciego a su sobrino Horus, quién es desterrado. Bek (Brenton Thwaites), un joven ladronzuelo, motivará y ayudará a Horus para emprender su travesía a fin de recuperar lo que le pertenece por derecho. No, no es el rey león versión papiro; es una versión bastante libre de la mitología egipcia.
Hay un par de elecciones en el casting que no pudieron dejar de sacarme del momento cada vez en que aparecían en pantalla: nunca pude creer que El Capitán Barbosa (Geoffrey Rush) podía ser RA, el mayor de los dioses de Egipto, o Gerard Butler, que con su pinta de Leonidas en 300 podía ser Set, pues siguió siendo Leonidas en mi mente. Incluso hay una escena en que Horus le dice “This is Madness” y en mi cabeza automáticamente escuché “Madness!?!?! – This is SPARTAAAA!” seguido de la imagen visual de empujar a Horus con una patada en el pecho hacía el vacío, lo cual hubiese sido genial porque donde estaban los personajes en ese momento daba para eso; reacción inmediata: no pude evitar reír a todo tarro.
Hablando de reír, no me funcionó ningún chiste. Nunca entendí de qué se reían algunas personas ¿Sería risa nerviosa o eso de que “el chiste es tan malo que da risa”?. Porque los chistes eran bien malos y gringos. Eran dioses egipcios que contaban chistes gringos y tenían diálogos pésimos a pito de nada. La historia y su desarrollo son bastante sosos, mientras que el soundtrack se limita a “músicas egipcias” sin destacar en ningún momento, hasta me atrevería a decir que a veces incluso hace que se la película parezca más fome.
La vi en 3D y tampoco hay aporte en este apartado, nada que haga valer pagar una entrada en este formato, de hecho, no vale la pena pagar una entrada por esta película. No sé qué sortilegio milenario utilizaron y nunca llegué a odiar esta película, pero debo decirte Alex Proyas que saliste nominado para un ODMQHHPME y si no te lo ganaste fue por un pelo de gato (hablamos de Egipto, nótese la cultura de mi analogía).
En serio. Si a pesar de todo lo que te he contado aún deseas verla, recomiendo que esperes a hacerlo en el cable o que te puedas conseguir una copia digital en HD, porque es el apartado visual el que más destaca, pero definitivamente es botar dinero comprarla o ir al cine por ella.
Peter Von Llantua
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