Nuevo Match en Cinetoscopio. irónicamente esta vez el turno es para Creed. Doblemente irónico es saber que Stallone le tenía cero fe a esta película y ahora está con el Oscar prácticamente en el bolsillo, Algo que DiCaprio no puede decir 🙁 . Alepin y Marisa la vieron y no se pusieron de acuerdo, así que juntamos tierra, agua, armamos el cuadrilátero y que comience la pelea.
Para empezar debo hacer una confesión: jamás he visto “Rocky”. Ninguna. Pero muchas veces, y durante toda mi vida, había escuchado la música, visto escenas y me habían contado la historia; por lo tanto, cuando iba camino al cine a ver “Creed” sentí que, a pesar de todo, había un cariño por un personaje y una película que de todas maneras se había instalado en mi disco duro.
Porque eso pasa con las grandes películas, forman parte de nosotros y lo que pase con ellas y con sus personajes nos importa. No queremos que nadie las toque y que nadie las dañe. Excepto, tal vez, sus creadores.
Sylvester Stallone hizo muchas Rockies más, y lo que hizo con ellas es lo que se hace con una franquicia exitosa, se le saca el jugo hasta que no resiste más. Y está bien, ¿por qué no? la historia era suya, era su lucha, su chiche. Si no lo hacía él, lo harían otros y eso sí que hubiera sido imperdonable. Rocky le pertenece en carne y hueso a Stallone.
Entonces, tenemos a “Creed”. Cuando ya no era posible hacer más Rockies, Stallone, esta vez como productor, nos entrega este spin-off-continuación-secuela de su famosa saga, en la forma de una película que tiene casi los mismos ingredientes que su original, es casi la misma historia y tiene casi hasta el mismo final. Y el culpable de los casis es el mismo Sylvester Stallone, porque Michael B. Jordan, quien interpreta a Adonis Creed, hijo ilegítimo del legendario Apollo Creed, no está ni cerca de recrear a ese personaje entrañable que nos entregó Stallone el año 1976 y los guionistas Ryan Coogler y Aaron Covington no están ni cerca de crear la historia perfecta e inolvidable que escribió el mismo Stallone.
Pero más que nada, para mí por lo menos, el problema más grande fue la poca química entre Jordan y Stallone, y eso pienso que era absolutamente necesario para que el film por lo menos funcionara. Y ahí también tiene culpa Stallone, porque él no logra convencernos de que ahí se formó una relación importante, él es el experimentado, él es quién debió enseñar a Jordan el camino para lograr hacer de este boxeador novato, pero con todas las ganas de triunfar, un personaje creíble y además querible.
“Creed” no pasa de ser la típica película sobre David enfrentando a Golliat, que aunque no gana la pelea, gana el respeto no solo de los demás, sino que también el de su feroz oponente. Tiene todos los clichés necesarios, los momentos para llorar necesarios y el drama necesario para hacernos pasar un rato digamos que agradable en el cine, pero sólo eso. Demás está el drama de la polola, incluso el drama del mismo Rocky Balboa, son innecesarios y solo demuestran falta de ideas.
Sobre la actuación de Stallone, no puedo dejar de mencionar que no me parece lo extraordinaria que debería ser como para ganarle a Mark Ruffalo, que está tremendo en Spotlight. Tampoco está mejor que Tom Hardy en The Revenant, o que Mark Rylance en Bridge of Spies (No he visto a Christian Bale en The Big Short).
Aunque estoy segura que se lo darán, porque así funciona la Academia, creo que él no debería recibir más que un Oscar a su trayectoria.
Algo que sí logró Creed, es que pienso ver Rocky apenas termine de escribir esta reseña. Creó en mi la necesidad de ver la original; esa película inolvidable para tantos con ese personaje que fue seguramente fuente de admiración e inspiración para muchos.
Sugerencia: No puedo decir que no vaya a verla al cine, porque tiene escenas de peleas muy bien logradas, no se va aburrir y bueno, aparece Rocky. Pero no se confunda, no es Rocky.
Marisa Zúñiga I.
“Chiquillos, vi Rocky y la cuestión es la raja”
Ya sé que hay que hablar de Creed, pero no puedo hacerlo sin pensar en la primera vez que vi Rocky. Eran tiempos raros, todos teníamos muchas ganas de ser muy intelectuales y menos nerds, y Stallone era el actor de Rambo, figura importante en nuestra niñez ochentera. No era un tipo al que respetara particularmente y sus películas no me importaban, así que pensar en ver algo de él era imposible.
¿Ya dije que tenía muchas ganas de ser intelectual, verdad?
La cosa es que gracias a la tele abierta me encontré con Rocky y me voló la cabeza, no solo porque Stallone era sorprendentemente convincente y la historia era emocionante pero no cursi, las locaciones no era hermosas pero si eran perfectas y el amor de su vida era una mujer aparentemente sin gracia pero llena de sabiduría y cariño por este boxeador bondadoso y sin rollo con nada. Me gustó más que todo porque no me lo esperaba ¡y es tan bonito que la sorprendan a una!
Le he tenido cariño a Rocky todos estos años sin ser una fanática de la saga. Hay muchas de sus películas que no he visto y la otra que recuerdo es la del Ruso y su señora, donde Rocky entrena en la inclemencia del invierno gringo mientras el Ruso lo hace en un laboratorio especializado de la Unión Soviética. Todo muy guerra fría. Pero no vi otras.
Sin embargo, como la historia es cíclica, Rocky me iba a sorprender de nuevo. Lo hizo cuando vi el tráiler de Creed, mientras me preguntaba “¿de qué se trata esta historia de negrito bonito peleador?”, hasta que apareció el mismo Balboa de siempre pero mayor y un poquito cansado. Obviamente era lo que necesitaba. Mi querido Rocky Balboa estaba de vuelta.
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Creed nos trae la historia de Adonis Johnson, el hijo no reconocido de Apollo Creed (el boxeador con el que Rocky pelea en la primera película y no gana, aunque se lleva nuestro corazón para siempre). El niño tiene una infancia compleja, hasta que es rescatado por la viuda de Apollo. El salto temporal nos muestra que el joven creció, estudió, consiguió un trabajo adecuado y tuvo una vida cómoda, salvo por una cosa: el joven quiere pelear, tanto como para viajar a México a participar de peleas de poca monta. Es un autodidacta y sólo quiere hacer eso, por lo que decide finalmente dejar su trabajo, irse a Filadelfia y entrenar allá con la ayuda de El Mejor (así, con mayúsculas). Esto último no se plantea como una decisión crítica, porque en estricto rigor no lo es. Adonis sabe que eso es lo que quiere hacer en la vida, así que enfrenta este cambio de vida de forma natural, porque así es la cosa no más.
Convencer a Rocky de entrenar a Adonis puede ser difícil, pero en este caso aquello no pasa. Cuando nos volvemos a encontrar al Semental Italiano (¿en serio? ¿Semental italiano? Ajajajajajaja…siempre me ha dado risa el apodo) está efectivamente más cansado y mayor, pero sigue siendo el mismo tipo noble que conocemos. Su proceso de entrenamiento no es tiránico, como estamos acostumbrados ver en esos casos, sino que todo lo contrario, está lleno de cariño por el oficio y eso trasciende la pantalla. Ambos personajes van conformando una amistad basada en la honestidad y esto es porque por supuesto, Adonis se parece a Rocky en algo fundamental: ninguno de los dos puede evitar ser quien es y se nota. Todos los hechos que se van sucediendo en esta historia están basadas en eso, en la profunda coherencia de sus personajes, cosa que alcanza no sólo a sus dos protagonistas, sino que también a quienes los rodean, entre quienes se cuentan los únicos dos personajes femeninos de la película. Ellas, lejos de lo que puede pensarse, no son sólo un complemento en esta película llena de boxeadores, sino que también son un cable a tierra. No hay que confundirse; Creed es una película de hombres peleando, pero en ningún caso es sólo una película masculina.
La historia de Creed conmueve a propósito de esos pequeños tics que hablan de historias de verdad que no tienen otro interés que compenetrarse con el público. Por supuesto, tenemos algunas referencias a la primera Rocky, pero que no pasan de ser eso. Creed no opera como un intento de volver a levantar una franquicia comercial. Más bien se siente como el trabajo del director de revitalizar una historia que puede aplicarse a cualquier época, tal como lo han hecho todos los mitos a través de los tiempos.
Creed es una película con una cinematografía impecable, sin baches en el guión y con tomas memorables. Por favor ponga atención al plano secuencia de la primera pelea. Dan ganas de llevárselo a González Iñarritu y explicarle como se debe usar esa técnica de manera depurada, armoniosa y sin que interfiera en la historia. Aquí está gran parte de la gracia de Creed, en que su director se mantiene muy al margen de todo y trata con cariño al espectador. No tenemos fanfarrias para que miremos con más atención, ni ninguna sobreexplicación. Coogler cree en el público y una agradece ese voto de confianza, que tantos directores insisten en quitarnos.
Hay que ver que más nos puede ofrecer este nuevo director, pero de momento, Creed se convierte en una excelente forma de conocer su trabajo y de paso, revisar la saga Rocky. Y si no lo ha hecho nunca, dele una oportunidad al bueno de Balboa. Tal vez le sorprenda y termine queriéndolo tanto como yo.
Por Alepin