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En esta época en que el cine de superhéroes domina la taquilla, plantearnos qué pasaría si un ser con superpoderes fuera “malo”, resultaba interesante. Esa es la premisa de “Brightburn”, film que deja de lado la aventura, la acción y coquetea con el terror. ¿resulta la propuesta? Creo que no.

Quizás el pecado capital de esta película, es creer que todos conocemos el mito de Superman. Por ende, no se da el trabajo de explicarte nada y todo lo debemos suponer. Nuestro ser superior “Brandon” -nombre de un actor que interpretó al último kriptoniano en el cine- es Superman, va descubriendo sus poderes de casualidad y una voz alienígena en su cabeza le dice que “tome el mundo” y sería. Un par de personas lo ningunean y tenemos a un malvado, ser que acaba con quien le llame la atención. Eso si, sus padres no se pueden enterar, obvio, porque es malo, pero a medias.

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Todo pasa por que si, y los personajes son sumamente planos, en especial su protagonista quien desenvuelve su “maldad” como una pataleta de adolescente, sin ningún cuestionamiento a sus dones y  de cuál es su propósito. Está bien, estamos frente a una película palomitera, pero el cine de superhéroes también lo es, y se da el trabajo de que su protagónico tenga un arco, pueda entender su poder y su lugar en el mundo.

Brightburn era una buena idea, pero busca sostenerse en el supuesto conocimiento por parte del espectador acerca del mito de Superman. Pucha cabros, esfuércense un poco más, en las posibles próximas secuelas que al parecer se vienen.

Por Claudio Adn