Los objetos en el espejo están más cerca de lo que aparentan. 

En tiempos en que la opinión de miles se ve amplificada a través de las redes sociales, un caso como el de Martín Larraín, hijo del político chileno de derecha Carlos Larraín, levantó la indignación de todos. Lo que supimos fue que el joven, luego de una fiesta y con mucho alcohol en el cuerpo, atropelló y dejó abandonado a su suerte a Hernán Canales, pescador de la zona de Curanipe, quien finalmente murió por falta de atención médica. Muchos de nosotros sabíamos de antemano lo que pasaría. En una sociedad como la nuestra, todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros.

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Haciéndose cargo de esto, el director Alejandro Fernández  Almendras (AFA, según firma en esta película) nos presenta “Aquí no ha Pasado Nada” (2016). Luego de un recorrido por varios festivales, incluyendo Sundance y SANFIC, finalmente se estrena en salas de nuestro país, y ya está dando que hablar.

Vicente (Agustín Silva) es un joven de clase adinerada que después de una fiesta y con nuevos amigos, se ve involucrado en un accidente del que termina siendo culpado. Mientras él asegura no ser el responsable de esto, el cerco comienza a cerrarse alrededor de él, ya que el verdadero responsable es hijo de un conocido político. Alrededor de eso se teje una trama llena de intención que nos deja con una sensación tan incómoda como los hechos reales en los que se basa.

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Alejandro Fernández Almendras es un director que no está dispuesto a ir por el lado fácil. Ya lo demostró antes con filmes como “Huacho” y “Matar a un Hombre”, que tuvieron buenas críticas y permitieron conocer su trabajo. En este caso, lejos de caer en obviedades, diseña un retrato descarnado de la clase alta chilena; un lugar en donde las personas se mueven con la seguridad de la impunidad, todos se conocen y, por lo tanto, todos conocen las falencias del otro. Así mismo, la falta absoluta de moral de los personajes (no les preocupa la muerte del otro, sólo les interesa decir que ellos no lo hicieron) es uno de los elementos mejor tratados en el filme. Los protagonistas son jóvenes, bellos y llenos de futuro, pero contienen en sí tantas fallas que no podemos empatizar con ellos.

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Lo que más llama la atención de este filme es la ausencia de caricaturas. Fernández Almendras nos somete a su visión de la historia, sin que esta sea un relato que pretende hablar de los hechos reales. Es una interpretación, pero una que muchos compartimos. “Aquí no ha pasado Nada” es una película que no busca la aprobación de nadie ni está al servicio de la polémica. De hecho, en este filme no hay espacio para las víctimas. Aquí hay maestría para exponer de tal manera la visión de los protagonistas, que la relación entre ellos y quienes se ven perjudicados jamás se ve en pantalla.

En un filme donde la existencia de estos jóvenes se encuentra circunscrita a una burbuja, los adultos parecen entender mucho mejor la realidad y la explican con brevísimas pero intensas escenas. La presencia de Paulina García como la madre de Agustín, Alejandro Goic como su tío y abogado y Luis Gnecco en como el abogado del verdadero culpable, nos dan la visión justa, el cable a tierra en este contexto que de repente se hace sentir como ficción, pero que pronto nos recuerda su lugar en la realidad que vivimos día a día.

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Esta semana el Ministerio de Cultura informó que “Aquí no ha pasado nada” corre en la postulación para los Premios Goya. Es una buena noticia, considerando que este tipo de cine, punzante y doloroso, es el que mejor expresa la situación de la actual sociedad chilena. Fernández Almendras se transforma en un verdadero contador de historias actuales, ese que habla de la realidad con sus claroscuros y nos obliga a mirar nuestras circunstancias de frente.

Por Alejandra Pinto López